Al encuentro

Diario, acontecimientos y relatos de inclusión social

Mujeres Migrantes: Mujeres Valientes


Migrar, dejar tu país, familia, amigos, trabajo, entorno, cultura... para mejorar y buscar un futuro. Un futuro que no te puede ofrecer tu tierra. 

Para conocer esta realidad de las personas migrantes viajamos en febrero de 2023 a la Delegación Diocesana de Migraciones de Tánger y Tetuán. En su camino, estos hombres y mujeres se encuentran con muchas dificultades, pero también se encuentran con personas buenas y con organizaciones dispuestas a ayudarlas. Una de estas organizaciones es la Delegación Diocesana de Migraciones perteneciente a la Iglesia Católica de la Diócesis de Tánger, que ayuda y acompaña a las personas migrantes con lo que sea posible. 

Allí hemos conocido a mujeres migrantes, empobrecidas, pero dignas, valientes, y sin duda resilientes. Su sueño, una vida mejor; su esperanza, llegar a Europa y tener un trabajo para alimentar a sus hijos, darles una buena educación y paz. Lo que todos queremos para nuestros hijos e hijas. No es otra cosa.

Nadia, de veintiún años, llegó a Marruecos hace cuatro años desde Costa de Marfil. Tras hacer el bachillerato en su país quería estudiar medicina, pero su familia no podía pagarle los estudios. No había un trabajo que le permitiera vivir con dignidad.

Llegó a Tánger con su pareja y el sueño de llegar a Europa. Tenían que cruzar el estrecho en patera. El precio: 3.000 euros. Mientras conseguían el dinero, tuvieron un hijo, Bouba. Nadia se ha formado, ha hecho todos los cursos que le ha ofrecido la diócesis: pastelería, cocina, costura, peluquería... pero tampoco en Marruecos ha encontrado un trabajo regular. No tiene papeles.

Tras más de dos años de trabajos sumergidos y mendicidad, consiguieron el dinero. Estaban ya en la zona y partieron. Mala mar. Bouba se cae al agua y su padre se tira al mar para salvarle. Lo consigue, pero su padre muere ahogado salvando a su hijo. Nadia se ha quedado sola con su hijo. Sin una moneda, sin casa, sin familia. Sigue queriendo ir a Europa. No quiere volver a Costa de Marfil, no ve futuro y su familia la trata mal. Por eso trabajará y pedirá limosna hasta conseguir los 4.000 euros que le piden ahora para cruzar los catorce kilómetros del Estrecho en una patera.

Un viaje en avión de Tánger a Málaga, Barcelona o Bilbao cuesta menos de 200 euros. Ella pagará 4.000 euros y tal vez no llegue nunca porque se puede repetir la historia de su marido. Hace caso omiso a las desventuras y peligros. Sólo dice: “si es mi destino...”, sólo tiene veintiún años y desesperación en su mirada. Ha nacido en Costa de Marfil, no en España, ese ha sido su pecado.

A Hawa la encontramos en la consulta. Nos trae a su hija Binette de un año porque tiene mucha tos nocturna y fiebre. Trae también a Zenab, de dos años. Es una mujer alegre, educada, que sonríe y transmite serenidad. Le preguntamos por el padre de sus hijas. Nos explica que su marido trabajaba en la obra y que murió al caer del andamio. Nos dice que Zenab es su sobrina, la hija de su hermana que murió en el parto en Marruecos. Está sola al cargo de sí misma, su hija y su sobrina: sus dos hijas. Dice que lloró mucho, mucho, mucho... Le aconsejaron que fuera a Tetuán porque la DDM podría ayudarle allí. Ahora vive en una habitación que le proporciona una ONG durante 10 meses. Después tendrá que buscar una vivienda. Está buscando trabajo, pero no es fácil sin papeles y con dos niñas. Hawa se quiere quedar en Marruecos, no sueña con cruzar el estrecho.

Nelly viene con su hijo Ibra de dos años porque le preocupa su salud. Nos explica que huyó de Costa de Marfil porque se divorció y su marido la amenazó y envió a unos hombres a que la golpearan. Uno de ellos también la violó y 9 meses después nació Ibra. Nelly tiene 31 años y con 16 su padre la obligó a casarse con un hombre, 20 años mayor que ella. Tuvieron 3 hijos. Una relación muy difícil con maltrato. Al morir su padre ella se divorció y comenzaron las amenazas del marido y su miedo. Para salvar la vida ha tenido que abandonar a sus hijos y su país. No puede volver, ni ponerse en contacto con ellos porque su marido la mataría.

Mujeres migrantes, mujeres solas, mujeres que no tienen ninguna protección, pero valientes, muy valientes. Cuidan, protegen y dan amor a sus hijos e hijas. Los traen a la consulta limpios, bien peinados, con sus coletas de colores. Buscan entidades, Iglesias u ONGs que puedan ayudarlas. Por suerte las hay.  Pero es una ayuda temporal. Han de seguir su camino, a veces solas, a veces acompañadas, a veces alegres, a veces desesperadas, pero con una fuerza ejemplar y empujadas por el amor hacia sus hijos. Siempre con esperanza.

Sueñan en azul, nos decían, el azul del mar que quieren cruzar para llegar a una tierra prometida que no las espera ni las quiere, nuestra tierra. Una tierra que tiene de todo, pero se resiste a compartirlo. Una tierra que las necesita y ni por egoísmo les da la oportunidad.

Damos las gracias a la Delegación Diocesana de Migraciones y a la Diócesis de Tánger que nos ha acogido y nos ha permitido conocer el trabajo que hacen con estas personas que para muchos no existen. Damos gracias por esa ayuda, ese calor humano, ese acompañamiento... Y damos gracias a todas las ONGs y personas que dedican parte de su tiempo a esta labor.

*Se han cambiado los nombres de las personas citadas en el artículo con el fin de proteger su identidad.

Publish modules to the "offcanvs" position.