Actualmente se calcula una población de 50 millones de personas las que se encuentran desplazadas por razones políticas, de conflictos armados y falta de condiciones mínimas vitales.
Ante este flujo migratorio de personas podemos pensar de cuál es la razón que impulsa a estas personas a asumir un riesgo tan grande para ellos y sus familias, cuán grande han de ser sus circunstancias vitales para dejarlo todo, dejar su tierra y lanzarse a un futuro desconocido lleno de peligros e incertidumbres para ellos, que le llevan incluso a poner en peligro su propia vida.
La Declaración Universal de los Derechos humanos declara “el derecho a circular libremente” y “el derecho a salir de cualquier país, incluso el propio”.
Las situaciones de pobreza, violencia, guerra, la falta de horizonte vital, etc. que sufren en sus países de origen estas personas generan un factor de expulsión, lo suficientemente potente para que incluso pongan en riesgo su propia vida y la de su familia. Todo esto agravado por la situación de los niños, que muchas veces han visto a sus padres torturados o asesinados, sus casas destruidas y múltiples situaciones traumatizantes para cualquier persona y mucho más para un menor.
Es la perspectiva de poder vivir en países con un desarrollo social, estabilidad política y prosperidad económica, les provoca una atracción suficiente para arriesgarse con el objetivo de un día ser miembro de esa comunidad de futuro y bienestar.
De esta necesidad, de la dificultad de acceder a este “paraíso” para ellos, se aprovechan una serie de redes o mafias que, previo pago de cantidades elevadas de dinero, les prometen facilitarles los medios para salir, viajar y entrar en el país deseado, viéndose sometidos a situaciones de desprecio a su dignidad. Y no solo eso, sino que en el camino viven buscando donde pueden encontrar refugio - en campamentos, establos, edificios abandonados o a medio construir, incluso en aire libre.
Cáritas está poniendo todas sus energías en trabajar con los inmigrantes. Así en la crisis de Siria está proporcionando alimentos, asistencia médica y suministros de socorro a miles de personas cuyas vidas han sido destrozadas por la guerra. En el Líbano, Jordania, Irak y Turquía, también está actuando Cáritas apoya a los refugiados sirios con comida, asistencia médica, ropa y refugio seguro. En cuanto a las necesidades de los migrantes en Europa, Cáritas ofrece apoyo para satisfacer las necesidades inmediatas de los inmigrantes y refugiados recién llegados.
Los países deben regular sus fronteras con justicia y misericordia. En palabras de san Juan Pablo II “la pertenencia a la familia humana otorga a cada persona una especie de ciudadanía mundial, haciéndola titular de derechos y deberes”.
Cáritas pide:
- Canales seguros y abiertos de entrada legal a la Unión Europea;
- La introducción de una visa humanitaria, fácilmente accesible y asequible, a través de las embajadas de los países de origen y tránsito;
- Facilitar la reunificación familiar de los refugiados y los migrantes a unirse a sus familias en la Unión Europea;
- La aplicación de la intercambiabilidad de las embajadas de diferentes Estados miembros de la Unión Europea para facilitar el acceso en terceros países;
- La ampliación de los programas de admisión humanitaria y la participación en más reasentamiento.
Cáritas apuesta por una política de inmigración misericordiosa que permita a la gente a vivir y contribuir en la sociedad en la que residan, porque la presencia de millones de personas que viven sin acceso fácil a los derechos humanos básicos y las necesidades es una gran injusticia.
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