En Centro Amigo se respiraba ese nerviosismo que indica que un día va a ser especial. Escuchábamos algunas historias de los participantes. Algunos llevaban más de 20 años sin ver el mar. Otros recordaban su niñez. Otros a su familia. Para todos nosotros la espera había merecido la pena.
Cantamos, bailamos, reímos, jugamos, nos bañamos y comimos, creando un ambiente mágico.
Para todos los participantes del proyecto fue un día "diferente", "genial", "bonito", "divertido", "inolvidable". Nuria destacaba que se lo pasó como una niña. Ricardo, que se le iba a quedar grabado por mucho tiempo. Para Luis no podía haber mejor terapia. Adonis pudo, por fin, despejar la mente. Y José Ramón definió la comida como un auténtico festival gastronómico.
La armonía y el compañerismo, el vínculo familiar que se creó, la actitud ejemplar de todos, se traducían en la cara de felicidad, que nos contagiábamos unos a los otros. Como dice Juan, salimos del centro riendo y volvimos riendo.
No se nos puede pasar agradecer a Salud y Alberto, gerentes del Camping Mazagón, y a todo su equipo la acogida tan maravillosa y tierna que nos ofrecieron.
Gracias de todo corazón
Y que la vida nos dé más momentos así.