Hospitalidad frente a hostilidad

III Encuentro Diocesano de Migraciones


III Encuentro Diocesano de Migraciones


Con el fin de buscar caminos para ofrecer espacios de acogida, el sábado pasado se celebró el III Encuentro Diocesano de Migraciones. La jornada, organizada por la Delegación Diocesana de Migraciones, tuvo lugar en el Colegio Bienaventurada Virgen María y su objetivo fue profundizar en la reflexión sobre la misión de la Iglesia respecto a los migrantes.

Al llegar a Sevilla, las personas y familias migrantes encuentran importantes problemas para desarrollar su proyecto migratorio: escasez en la oferta de viviendas, insuficientes recursos municipales y, en muchas ocasiones, actitudes de acogida que distan de ser las deseables.

Frente a esta “hostilidad”, la Iglesia, fiel al mensaje de Jesús, ofrece la hospitalidad, el camino del encuentro, la oferta de oportunidades, con la conciencia de estar llamados a construir un Nosotros cada vez más grande.

Por ello, en el encuentro nos acompañó Alberto Ares (S.J.), quien arrancó el encuentro con una reflexión titulada Manteniendo viva la esperanza y ofreció pistas concretas para hacer posible y viable la acogida a nuestros hermanos y hermanas migrantes.

Y, para evitar miedos que paralizan, se presentaron experiencias reales de acogida que animan a dar este paso en nuestras comunidades cristianas.  Así, se presentó la experiencia del Casa Mambré; una iniciativa de convivencia entre personas españolas –ligadas a las Comunidades de Vida Cristiana CVX– y jóvenes migrantes, en condiciones de igualdad con el espíritu de familia.

Asimismo, las religiosas de la Bienaventurada Virgen María, anfitrionas del encuentro, nos presentaron el proyecto que están conformando en sus comunidades y que busca también dar una respuesta sencilla pero meditada a la realidad de las mujeres migrantes.

Por último, dos miembros de la Diócesis de Cádiz-Ceuta compartieron su larga experiencia de acogida en una zona de frontera como el Estrecho de Gibraltar, las dificultades y las ilusiones en su labor y la experiencia concreta de los padres scalabrinianos, que optaron por hacer una comunidad intercultural en Algeciras para trabajar con las personas migrantes que allí viven.

Toda una mañana de encuentro cordial y de reflexión, para compartir inquietudes y experiencias con personas de diferentes comunidades y proyectos, creando redes y dando fundamento a la convicción profunda de que el futuro solo se puede construir con las personas migrantes y refugiadas, que nos ofrecen la oportunidad de vivir ese espíritu de Pentecostés que no distingue razas, religiones ni nacionalidades y nos ayuda a encontrarnos como verdadera familia de Dios.

 

 

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