MEMORIA 2021

ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN

 

La exclusión social en la archidiócesis de Sevilla

 

Las formas de vida y las esperanzas de futuro de la población de la archidiócesis de Sevilla han sufrido una profunda transformación a lo largo de estos dos últimos años: la pandemia y sus consecuencias sociales y económicas han incidido de forma dramática sobre el espacio social de las personas y familias más vulnerables. Utilizando como base de análisis el Informe sobre exclusión y desarrollo social en Andalucía 2022, elaborado por la Fundación FOESSA, y realizando una rigurosa proyección de sus resultados sobre la provincia de Sevilla, se pueden inferir las conclusiones que a continuación se expresan.

 

En los dos últimos años se ha producido un notable aumento de la exclusión social, que alcanza en la provincia aproximadamente a medio millón de personas, la mitad de los cuales padece sus efectos con extrema gravedad.

En efecto, actualmente el 74% de la población se encuentra en una situación de integración plena o al menos precaria, mientras que la exclusión alcanza al 26% de los hogares, la mitad de los cuales la padece con severidad. La situación de integración se ha reducido casi en un 10%, es decir, 20.000 personas se han visto abocadas a la pobreza en los últimos años, lo que quiere decir que uno de cada cuatro sevillanos padece una situación carente de lo necesario para vivir con dignidad. 

Además, la exclusión moderada apenas crece y el porcentaje de población en situación de exclusión severa prácticamente se ha duplicado, pasando del 7% al 13%, lo que significa que la pobreza extrema en nuestra diócesis ha alcanzado a 100.000 personas más.
 
La exclusión social severa en Sevilla no sólo se ensancha afectando a más familias y personas, sino que se hace más cruel agrandando su profundidad.
 
 
La exclusión social, motivada por una multiplicación e interacción de diversos factores, en el caso sevillano está determinada predominantemente por componentes económicos.
El 33% de la población sevillana está afectada por situaciones de exclusión en las dimensiones relacionadas con el empleo y el consumo, y carece de una relación laboral normalizada y de la suficiencia de ingresos económicos para una vida normal, lo que conduce a la privación de los bienes materiales considerados básicos. Es significativo que en los últimos años este porcentaje haya crecido del 26 al 33%.
 
Asimismo, también se halla afectada por los componentes relacionados con la participación política, la educación, la vivienda y de la salud, incidiendo en un alto porcentaje de hogares, con un crecimiento en los últimos años del 36 al 45%.
 
El desempleo, las dificultades de acceso y mantenimiento de la vivienda y las carencias económicas para los cuidados de salud son los problemas más frecuentes en los colectivos socialmente excluidos.

Los problemas que afectan a más del 12% de la población son los relacionados con el empleo, seguidos de la dimensión de la vivienda y la salud, mientras que los relacionados con la participación política, los conflictos y el aislamiento social afectan a un porcentaje más reducido de la población.

a) El desempleo constituye el componente fundamental y en muchos casos originario de la exclusión y afecta al 22% de la población activa sevillana según la EPA de diciembre 2021, pasando en los tres últimos años del 19 al 22%.
 
Son problemas singularmente incidentes en la exclusión el paro de larga duración que afecta al menos a una de cada tres personas desempleadas y el desempleo de todos los miembros del hogar en edad activa, que afecta al 15%. El hecho de que un hogar tenga a su sustentador principal en situación de desempleo de larga duración es sinónimo de graves dificultades que desembocan antes que tarde en la exclusión.
 
Las tasas de desempleo han aumentado especialmente en las personas de nacionalidad extranjera, en las mujeres y, muy particularmente, en las personas menores de 25 años, fenómeno persistente desde la crisis de 2008. 
 
También han crecido los empleos precarios con alta inestabilidad laboral y reducción horaria y persisten los trabajos irregulares o esporádicos conducentes a la exclusión. 
 
b) Crece también el porcentaje de población con problemas de exclusión social en la dimensión de la salud, que afectan al 17% de la población, cuando en 2018 el porcentaje de afectados era del 12%. 
 
Las dificultades que más sobresalen en este ámbito son la falta de acceso a medicamentos por dificultades económicas, la discapacidad, la enfermedad crónica sin asistencia médica o incidente en todas las personas adultas del hogar y, en menor porcentaje, las situaciones de hambre y dependencia sin ayuda alguna. Es muy frecuente también la exclusión en las personas diagnosticadas de enfermedad mental, relacionada con las dimensiones de conflicto y, sobre todo, de aislamiento social.
 
c) Aumentan también las situaciones de exclusión residencial y el porcentaje de población con gastos excesivos de la vivienda, que en los últimos tres años han incidido en casi una cuarta parte de la población sevillana, ampliándose del 16 al 23%., que en el caso de exclusión severa alcanza hasta el 67%.
 
Los elementos relacionados con la vivienda que conducen a la exclusión vienen constituidos predominantemente por los gastos excesivos de su adquisición o alquiler y suministros y, en menor medida, los relacionados con la insalubridad, el hacinamiento y las dificultades de movilidad y barreras arquitectónicas. 

Crece también el porcentaje de población con vivienda insegura y según el INE las ejecuciones hipotecarias en Andalucía han superado desde el año 2018 los 20.000 hogares, de los que casi una cuarta parte corresponde a Sevilla.

 

Los colectivos más afectados por la exclusión social son los hogares sin ingresos, los sustentados por una persona en busca de empleo y los ocupados por personas extranjeras.

El impacto de la exclusión social comporta una incidencia desigual, condicionada por una amplia serie de variables sociodemográficas y socioeconómicas. Se detectan como especialmente influyentes las siguientes:

a) La pobreza derivada del nivel de ingresos:  los grupos sociales que registran tasas de exclusión social superiores al 40% pertenecen a hogares que carecen de ingresos de cualquier tipo.
 
b) El sexo y la estructura familiar:  los hogares sustentados por mujeres y las familias numerosas y monoparentales superan en exclusión en un 10% a las nucleares o con menor número de hijos. 
 
c) El tipo de hábitat, la nacionalidad y en menor medida la edad: la mayor parte de las personas excluidas viven en la periferia urbana marginada y los mayores incrementos de exclusión se han producido entre la población extranjera; el desempleo juvenil, que en Sevilla roza el 40%, es también un factor importante de exclusión.
 
Otros elementos ligados a la pandemia, como el aislamiento y la brecha digital, son conformadores de la exclusión, aunque en menor medida.

a) La pandemia y la crisis a ella asociada han erosionado las redes de apoyo familiar y social:  aunque se han reducido las situaciones de conflicto social, han aumentado los problemas de aislamiento, especialmente en hogares con exclusión social severa.

b) La brecha digital ha incidido también en la situación de exclusión severa, por la carencia de conexión, de dispositivos adecuados y de habilidades suficientes para el uso de herramienta digitales. La mitad de los hogares sevillanos en exclusión severa son completamente ajenos a la digitalización.
 
Ante esta situación la cobertura del Estado de bienestar ha evidenciado claramente su incapacidad para paliar al menos los efectos de la pandemia en los casos de exclusión más severa.
a) El remedio más cuantioso y publicitado es el propiciado por el Ingreso Mínimo Vital (IMV). Según la Secretaría de Estado de Seguridad Social y Pensiones, en septiembre de 2021, sólo se habían tramitado positivamente una cuarta parte de las solicitudes sevillanas. Además, la cuantía mensual media de la prestación por hogar es de 425 euros, lo que sitúa a sus perceptores en el umbral de pobreza.
 
b) La Renta Mínima de Inserción Social de Andalucía (RIMSA), de carácter autonómico, aunque ha crecido en los últimos tres años, aún queda por debajo del de la del IMV, tanto en cuantía como en cantidad económica percibida.
 
c) Cáritas Diocesana ha comprobado durante la pandemia el lamentable estado de los Servicios Sociales Comunitarios, de competencia municipal, fundamentalmente en la capital y grandes municipios próximos a ella. En el caso de los pueblos las dificultades son menores y la relación con las familias solicitantes más fluida.
 
Las principales incidencias detectadas están referidas a la falta de personal, a las largas listas con varios meses de espera, a la saturación del servicio y derivación a entidades civiles, a la excesiva morosidad (de 2 a 5 meses) en la tramitación, a los presupuestos tardíos, a la insuficiencia de recursos, a la discontinuidad de las prestaciones y a la limitación a respuestas de tipo asistencial, puntual y de emergencia.
 
 
En conclusión, durante los dos últimos años el covid-19 ha golpeado, una vez más, a los más pobres. Tras la disminución de sus efectos más nocivos en el aspecto sanitario, han ido adquiriendo mayor visibilidad los efectos socioeconómicos que fundamentalmente han evidenciado un crecimiento considerable de la exclusión social, especialmente la severa, que en general afecta a aquellos colectivos que ya la venían padeciendo desde la crisis de 2008.

 

 

 

 

MEMORIA 2021
ANÁLISIS SOCIAL

 

La exclusión social en la archidiócesis de Sevilla

Las formas de vida y las esperanzas de futuro de la población de la archidiócesis de Sevilla han sufrido una profunda transformación a lo largo de estos dos últimos años: la pandemia y sus consecuencias sociales y económicas han incidido de forma dramática sobre el espacio social de las personas y familias más vulnerables. Utilizando como base de análisis el Informe sobre exclusión y desarrollo social en Andalucía 2022, elaborado por la Fundación FOESSA, y realizando una rigurosa proyección de sus resultados sobre la provincia de Sevilla, se pueden inferir las conclusiones que a continuación se expresan.

 

En los dos últimos años se ha producido un notable aumento de la exclusión social, que alcanza en la provincia aproximadamente a medio millón de personas, la mitad de los cuales padece sus efectos con extrema gravedad.

En efecto, actualmente el 74% de la población se encuentra en una situación de integración plena o al menos precaria, mientras que la exclusión alcanza al 26% de los hogares, la mitad de los cuales la padece con severidad. La situación de integración se ha reducido casi en un 10%, es decir, 20.000 personas se han visto abocadas a la pobreza en los últimos años, lo que quiere decir que uno de cada cuatro sevillanos padece una situación carente de lo necesario para vivir con dignidad. 

Además, la exclusión moderada apenas crece y el porcentaje de población en situación de exclusión severa prácticamente se ha duplicado, pasando del 7% al 13%, lo que significa que la pobreza extrema en nuestra diócesis ha alcanzado a 100.000 personas más.
 
La exclusión social severa en Sevilla no sólo se ensancha afectando a más familias y personas, sino que se hace más cruel agrandando su profundidad.
 
 
La exclusión social, motivada por una multiplicación e interacción de diversos factores, en el caso sevillano está determinada predominantemente por componentes económicos.
El 33% de la población sevillana está afectada por situaciones de exclusión en las dimensiones relacionadas con el empleo y el consumo, y carece de una relación laboral normalizada y de la suficiencia de ingresos económicos para una vida normal, lo que conduce a la privación de los bienes materiales considerados básicos. Es significativo que en los últimos años este porcentaje haya crecido del 26 al 33%.
 
Asimismo, también se halla afectada por los componentes relacionados con la participación política, la educación, la vivienda y de la salud, incidiendo en un alto porcentaje de hogares, con un crecimiento en los últimos años del 36 al 45%.
 
El desempleo, las dificultades de acceso y mantenimiento de la vivienda y las carencias económicas para los cuidados de salud son los problemas más frecuentes en los colectivos socialmente excluidos.

Los problemas que afectan a más del 12% de la población son los relacionados con el empleo, seguidos de la dimensión de la vivienda y la salud, mientras que los relacionados con la participación política, los conflictos y el aislamiento social afectan a un porcentaje más reducido de la población.

a) El desempleo constituye el componente fundamental y en muchos casos originario de la exclusión y afecta al 22% de la población activa sevillana según la EPA de diciembre 2021, pasando en los tres últimos años del 19 al 22%.
 
Son problemas singularmente incidentes en la exclusión el paro de larga duración que afecta al menos a una de cada tres personas desempleadas y el desempleo de todos los miembros del hogar en edad activa, que afecta al 15%. El hecho de que un hogar tenga a su sustentador principal en situación de desempleo de larga duración es sinónimo de graves dificultades que desembocan antes que tarde en la exclusión.
 
Las tasas de desempleo han aumentado especialmente en las personas de nacionalidad extranjera, en las mujeres y, muy particularmente, en las personas menores de 25 años, fenómeno persistente desde la crisis de 2008. 
 
También han crecido los empleos precarios con alta inestabilidad laboral y reducción horaria y persisten los trabajos irregulares o esporádicos conducentes a la exclusión. 
 
b) Crece también el porcentaje de población con problemas de exclusión social en la dimensión de la salud, que afectan al 17% de la población, cuando en 2018 el porcentaje de afectados era del 12%. 
 
Las dificultades que más sobresalen en este ámbito son la falta de acceso a medicamentos por dificultades económicas, la discapacidad, la enfermedad crónica sin asistencia médica o incidente en todas las personas adultas del hogar y, en menor porcentaje, las situaciones de hambre y dependencia sin ayuda alguna. Es muy frecuente también la exclusión en las personas diagnosticadas de enfermedad mental, relacionada con las dimensiones de conflicto y, sobre todo, de aislamiento social.
 
c) Aumentan también las situaciones de exclusión residencial y el porcentaje de población con gastos excesivos de la vivienda, que en los últimos tres años han incidido en casi una cuarta parte de la población sevillana, ampliándose del 16 al 23%., que en el caso de exclusión severa alcanza hasta el 67%.
 
Los elementos relacionados con la vivienda que conducen a la exclusión vienen constituidos predominantemente por los gastos excesivos de su adquisición o alquiler y suministros y, en menor medida, los relacionados con la insalubridad, el hacinamiento y las dificultades de movilidad y barreras arquitectónicas. 

Crece también el porcentaje de población con vivienda insegura y según el INE las ejecuciones hipotecarias en Andalucía han superado desde el año 2018 los 20.000 hogares, de los que casi una cuarta parte corresponde a Sevilla.

 

Los colectivos más afectados por la exclusión social son los hogares sin ingresos, los sustentados por una persona en busca de empleo y los ocupados por personas extranjeras.

El impacto de la exclusión social comporta una incidencia desigual, condicionada por una amplia serie de variables sociodemográficas y socioeconómicas. Se detectan como especialmente influyentes las siguientes:

a) La pobreza derivada del nivel de ingresos:  los grupos sociales que registran tasas de exclusión social superiores al 40% pertenecen a hogares que carecen de ingresos de cualquier tipo.
 
b) El sexo y la estructura familiar:  los hogares sustentados por mujeres y las familias numerosas y monoparentales superan en exclusión en un 10% a las nucleares o con menor número de hijos. 
 
c) El tipo de hábitat, la nacionalidad y en menor medida la edad: la mayor parte de las personas excluidas viven en la periferia urbana marginada y los mayores incrementos de exclusión se han producido entre la población extranjera; el desempleo juvenil, que en Sevilla roza el 40%, es también un factor importante de exclusión.
 
Otros elementos ligados a la pandemia, como el aislamiento y la brecha digital, son conformadores de la exclusión, aunque en menor medida.

a) La pandemia y la crisis a ella asociada han erosionado las redes de apoyo familiar y social:  aunque se han reducido las situaciones de conflicto social, han aumentado los problemas de aislamiento, especialmente en hogares con exclusión social severa.

b) La brecha digital ha incidido también en la situación de exclusión severa, por la carencia de conexión, de dispositivos adecuados y de habilidades suficientes para el uso de herramienta digitales. La mitad de los hogares sevillanos en exclusión severa son completamente ajenos a la digitalización.
 
Ante esta situación la cobertura del Estado de bienestar ha evidenciado claramente su incapacidad para paliar al menos los efectos de la pandemia en los casos de exclusión más severa.
a) El remedio más cuantioso y publicitado es el propiciado por el Ingreso Mínimo Vital (IMV). Según la Secretaría de Estado de Seguridad Social y Pensiones, en septiembre de 2021, sólo se habían tramitado positivamente una cuarta parte de las solicitudes sevillanas. Además, la cuantía mensual media de la prestación por hogar es de 425 euros, lo que sitúa a sus perceptores en el umbral de pobreza.
 
b) La Renta Mínima de Inserción Social de Andalucía (RIMSA), de carácter autonómico, aunque ha crecido en los últimos tres años, aún queda por debajo del de la del IMV, tanto en cuantía como en cantidad económica percibida.
 
c) Cáritas Diocesana ha comprobado durante la pandemia el lamentable estado de los Servicios Sociales Comunitarios, de competencia municipal, fundamentalmente en la capital y grandes municipios próximos a ella. En el caso de los pueblos las dificultades son menores y la relación con las familias solicitantes más fluida.
 
Las principales incidencias detectadas están referidas a la falta de personal, a las largas listas con varios meses de espera, a la saturación del servicio y derivación a entidades civiles, a la excesiva morosidad (de 2 a 5 meses) en la tramitación, a los presupuestos tardíos, a la insuficiencia de recursos, a la discontinuidad de las prestaciones y a la limitación a respuestas de tipo asistencial, puntual y de emergencia.
 
 
En conclusión, durante los dos últimos años el covid-19 ha golpeado, una vez más, a los más pobres. Tras la disminución de sus efectos más nocivos en el aspecto sanitario, han ido adquiriendo mayor visibilidad los efectos socioeconómicos que fundamentalmente han evidenciado un crecimiento considerable de la exclusión social, especialmente la severa, que en general afecta a aquellos colectivos que ya la venían padeciendo desde la crisis de 2008.
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MEMORIA 2021

ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN

 

La exclusión social en la archidiócesis de Sevilla

 

Las formas de vida y las esperanzas de futuro de la población de la archidiócesis de Sevilla han sufrido una profunda transformación a lo largo de estos dos últimos años: la pandemia y sus consecuencias sociales y económicas han incidido de forma dramática sobre el espacio social de las personas y familias más vulnerables. Utilizando como base de análisis el Informe sobre exclusión y desarrollo social en Andalucía 2022, elaborado por la Fundación FOESSA, y realizando una rigurosa proyección de sus resultados sobre la provincia de Sevilla, se pueden inferir las conclusiones que a continuación se expresan.

 

En los dos últimos años se ha producido un notable aumento de la exclusión social, que alcanza en la provincia aproximadamente a medio millón de personas, la mitad de los cuales padece sus efectos con extrema gravedad.

En efecto, actualmente el 74% de la población se encuentra en una situación de integración plena o al menos precaria, mientras que la exclusión alcanza al 26% de los hogares, la mitad de los cuales la padece con severidad. La situación de integración se ha reducido casi en un 10%, es decir, 20.000 personas se han visto abocadas a la pobreza en los últimos años, lo que quiere decir que uno de cada cuatro sevillanos padece una situación carente de lo necesario para vivir con dignidad. 

Además, la exclusión moderada apenas crece y el porcentaje de población en situación de exclusión severa prácticamente se ha duplicado, pasando del 7% al 13%, lo que significa que la pobreza extrema en nuestra diócesis ha alcanzado a 100.000 personas más.
 
La exclusión social severa en Sevilla no sólo se ensancha afectando a más familias y personas, sino que se hace más cruel agrandando su profundidad.
 
 
La exclusión social, motivada por una multiplicación e interacción de diversos factores, en el caso sevillano está determinada predominantemente por componentes económicos.
El 33% de la población sevillana está afectada por situaciones de exclusión en las dimensiones relacionadas con el empleo y el consumo, y carece de una relación laboral normalizada y de la suficiencia de ingresos económicos para una vida normal, lo que conduce a la privación de los bienes materiales considerados básicos. Es significativo que en los últimos años este porcentaje haya crecido del 26 al 33%.
 
Asimismo, también se halla afectada por los componentes relacionados con la participación política, la educación, la vivienda y de la salud, incidiendo en un alto porcentaje de hogares, con un crecimiento en los últimos años del 36 al 45%.
 
El desempleo, las dificultades de acceso y mantenimiento de la vivienda y las carencias económicas para los cuidados de salud son los problemas más frecuentes en los colectivos socialmente excluidos.

Los problemas que afectan a más del 12% de la población son los relacionados con el empleo, seguidos de la dimensión de la vivienda y la salud, mientras que los relacionados con la participación política, los conflictos y el aislamiento social afectan a un porcentaje más reducido de la población.

a) El desempleo constituye el componente fundamental y en muchos casos originario de la exclusión y afecta al 22% de la población activa sevillana según la EPA de diciembre 2021, pasando en los tres últimos años del 19 al 22%.
 
Son problemas singularmente incidentes en la exclusión el paro de larga duración que afecta al menos a una de cada tres personas desempleadas y el desempleo de todos los miembros del hogar en edad activa, que afecta al 15%. El hecho de que un hogar tenga a su sustentador principal en situación de desempleo de larga duración es sinónimo de graves dificultades que desembocan antes que tarde en la exclusión.
 
Las tasas de desempleo han aumentado especialmente en las personas de nacionalidad extranjera, en las mujeres y, muy particularmente, en las personas menores de 25 años, fenómeno persistente desde la crisis de 2008. 
 
También han crecido los empleos precarios con alta inestabilidad laboral y reducción horaria y persisten los trabajos irregulares o esporádicos conducentes a la exclusión. 
 
b) Crece también el porcentaje de población con problemas de exclusión social en la dimensión de la salud, que afectan al 17% de la población, cuando en 2018 el porcentaje de afectados era del 12%. 
 
Las dificultades que más sobresalen en este ámbito son la falta de acceso a medicamentos por dificultades económicas, la discapacidad, la enfermedad crónica sin asistencia médica o incidente en todas las personas adultas del hogar y, en menor porcentaje, las situaciones de hambre y dependencia sin ayuda alguna. Es muy frecuente también la exclusión en las personas diagnosticadas de enfermedad mental, relacionada con las dimensiones de conflicto y, sobre todo, de aislamiento social.
 
c) Aumentan también las situaciones de exclusión residencial y el porcentaje de población con gastos excesivos de la vivienda, que en los últimos tres años han incidido en casi una cuarta parte de la población sevillana, ampliándose del 16 al 23%., que en el caso de exclusión severa alcanza hasta el 67%.
 
Los elementos relacionados con la vivienda que conducen a la exclusión vienen constituidos predominantemente por los gastos excesivos de su adquisición o alquiler y suministros y, en menor medida, los relacionados con la insalubridad, el hacinamiento y las dificultades de movilidad y barreras arquitectónicas. 

Crece también el porcentaje de población con vivienda insegura y según el INE las ejecuciones hipotecarias en Andalucía han superado desde el año 2018 los 20.000 hogares, de los que casi una cuarta parte corresponde a Sevilla.

 

Los colectivos más afectados por la exclusión social son los hogares sin ingresos, los sustentados por una persona en busca de empleo y los ocupados por personas extranjeras.

El impacto de la exclusión social comporta una incidencia desigual, condicionada por una amplia serie de variables sociodemográficas y socioeconómicas. Se detectan como especialmente influyentes las siguientes:

a) La pobreza derivada del nivel de ingresos:  los grupos sociales que registran tasas de exclusión social superiores al 40% pertenecen a hogares que carecen de ingresos de cualquier tipo.
 
b) El sexo y la estructura familiar:  los hogares sustentados por mujeres y las familias numerosas y monoparentales superan en exclusión en un 10% a las nucleares o con menor número de hijos. 
 
c) El tipo de hábitat, la nacionalidad y en menor medida la edad: la mayor parte de las personas excluidas viven en la periferia urbana marginada y los mayores incrementos de exclusión se han producido entre la población extranjera; el desempleo juvenil, que en Sevilla roza el 40%, es también un factor importante de exclusión.
 
Otros elementos ligados a la pandemia, como el aislamiento y la brecha digital, son conformadores de la exclusión, aunque en menor medida.

a) La pandemia y la crisis a ella asociada han erosionado las redes de apoyo familiar y social:  aunque se han reducido las situaciones de conflicto social, han aumentado los problemas de aislamiento, especialmente en hogares con exclusión social severa.

b) La brecha digital ha incidido también en la situación de exclusión severa, por la carencia de conexión, de dispositivos adecuados y de habilidades suficientes para el uso de herramienta digitales. La mitad de los hogares sevillanos en exclusión severa son completamente ajenos a la digitalización.
 
Ante esta situación la cobertura del Estado de bienestar ha evidenciado claramente su incapacidad para paliar al menos los efectos de la pandemia en los casos de exclusión más severa.
a) El remedio más cuantioso y publicitado es el propiciado por el Ingreso Mínimo Vital (IMV). Según la Secretaría de Estado de Seguridad Social y Pensiones, en septiembre de 2021, sólo se habían tramitado positivamente una cuarta parte de las solicitudes sevillanas. Además, la cuantía mensual media de la prestación por hogar es de 425 euros, lo que sitúa a sus perceptores en el umbral de pobreza.
 
b) La Renta Mínima de Inserción Social de Andalucía (RIMSA), de carácter autonómico, aunque ha crecido en los últimos tres años, aún queda por debajo del de la del IMV, tanto en cuantía como en cantidad económica percibida.
 
c) Cáritas Diocesana ha comprobado durante la pandemia el lamentable estado de los Servicios Sociales Comunitarios, de competencia municipal, fundamentalmente en la capital y grandes municipios próximos a ella. En el caso de los pueblos las dificultades son menores y la relación con las familias solicitantes más fluida.
 
Las principales incidencias detectadas están referidas a la falta de personal, a las largas listas con varios meses de espera, a la saturación del servicio y derivación a entidades civiles, a la excesiva morosidad (de 2 a 5 meses) en la tramitación, a los presupuestos tardíos, a la insuficiencia de recursos, a la discontinuidad de las prestaciones y a la limitación a respuestas de tipo asistencial, puntual y de emergencia.
 
 
En conclusión, durante los dos últimos años el covid-19 ha golpeado, una vez más, a los más pobres. Tras la disminución de sus efectos más nocivos en el aspecto sanitario, han ido adquiriendo mayor visibilidad los efectos socioeconómicos que fundamentalmente han evidenciado un crecimiento considerable de la exclusión social, especialmente la severa, que en general afecta a aquellos colectivos que ya la venían padeciendo desde la crisis de 2008.

 

 

 

 

MEMORIA 2021
ANÁLISIS SOCIAL

 

La exclusión social en la archidiócesis de Sevilla

Las formas de vida y las esperanzas de futuro de la población de la archidiócesis de Sevilla han sufrido una profunda transformación a lo largo de estos dos últimos años: la pandemia y sus consecuencias sociales y económicas han incidido de forma dramática sobre el espacio social de las personas y familias más vulnerables. Utilizando como base de análisis el Informe sobre exclusión y desarrollo social en Andalucía 2022, elaborado por la Fundación FOESSA, y realizando una rigurosa proyección de sus resultados sobre la provincia de Sevilla, se pueden inferir las conclusiones que a continuación se expresan.

 

En los dos últimos años se ha producido un notable aumento de la exclusión social, que alcanza en la provincia aproximadamente a medio millón de personas, la mitad de los cuales padece sus efectos con extrema gravedad.

En efecto, actualmente el 74% de la población se encuentra en una situación de integración plena o al menos precaria, mientras que la exclusión alcanza al 26% de los hogares, la mitad de los cuales la padece con severidad. La situación de integración se ha reducido casi en un 10%, es decir, 20.000 personas se han visto abocadas a la pobreza en los últimos años, lo que quiere decir que uno de cada cuatro sevillanos padece una situación carente de lo necesario para vivir con dignidad. 

Además, la exclusión moderada apenas crece y el porcentaje de población en situación de exclusión severa prácticamente se ha duplicado, pasando del 7% al 13%, lo que significa que la pobreza extrema en nuestra diócesis ha alcanzado a 100.000 personas más.
 
La exclusión social severa en Sevilla no sólo se ensancha afectando a más familias y personas, sino que se hace más cruel agrandando su profundidad.
 
 
La exclusión social, motivada por una multiplicación e interacción de diversos factores, en el caso sevillano está determinada predominantemente por componentes económicos.
El 33% de la población sevillana está afectada por situaciones de exclusión en las dimensiones relacionadas con el empleo y el consumo, y carece de una relación laboral normalizada y de la suficiencia de ingresos económicos para una vida normal, lo que conduce a la privación de los bienes materiales considerados básicos. Es significativo que en los últimos años este porcentaje haya crecido del 26 al 33%.
 
Asimismo, también se halla afectada por los componentes relacionados con la participación política, la educación, la vivienda y de la salud, incidiendo en un alto porcentaje de hogares, con un crecimiento en los últimos años del 36 al 45%.
 
El desempleo, las dificultades de acceso y mantenimiento de la vivienda y las carencias económicas para los cuidados de salud son los problemas más frecuentes en los colectivos socialmente excluidos.

Los problemas que afectan a más del 12% de la población son los relacionados con el empleo, seguidos de la dimensión de la vivienda y la salud, mientras que los relacionados con la participación política, los conflictos y el aislamiento social afectan a un porcentaje más reducido de la población.

a) El desempleo constituye el componente fundamental y en muchos casos originario de la exclusión y afecta al 22% de la población activa sevillana según la EPA de diciembre 2021, pasando en los tres últimos años del 19 al 22%.
 
Son problemas singularmente incidentes en la exclusión el paro de larga duración que afecta al menos a una de cada tres personas desempleadas y el desempleo de todos los miembros del hogar en edad activa, que afecta al 15%. El hecho de que un hogar tenga a su sustentador principal en situación de desempleo de larga duración es sinónimo de graves dificultades que desembocan antes que tarde en la exclusión.
 
Las tasas de desempleo han aumentado especialmente en las personas de nacionalidad extranjera, en las mujeres y, muy particularmente, en las personas menores de 25 años, fenómeno persistente desde la crisis de 2008. 
 
También han crecido los empleos precarios con alta inestabilidad laboral y reducción horaria y persisten los trabajos irregulares o esporádicos conducentes a la exclusión. 
 
b) Crece también el porcentaje de población con problemas de exclusión social en la dimensión de la salud, que afectan al 17% de la población, cuando en 2018 el porcentaje de afectados era del 12%. 
 
Las dificultades que más sobresalen en este ámbito son la falta de acceso a medicamentos por dificultades económicas, la discapacidad, la enfermedad crónica sin asistencia médica o incidente en todas las personas adultas del hogar y, en menor porcentaje, las situaciones de hambre y dependencia sin ayuda alguna. Es muy frecuente también la exclusión en las personas diagnosticadas de enfermedad mental, relacionada con las dimensiones de conflicto y, sobre todo, de aislamiento social.
 
c) Aumentan también las situaciones de exclusión residencial y el porcentaje de población con gastos excesivos de la vivienda, que en los últimos tres años han incidido en casi una cuarta parte de la población sevillana, ampliándose del 16 al 23%., que en el caso de exclusión severa alcanza hasta el 67%.
 
Los elementos relacionados con la vivienda que conducen a la exclusión vienen constituidos predominantemente por los gastos excesivos de su adquisición o alquiler y suministros y, en menor medida, los relacionados con la insalubridad, el hacinamiento y las dificultades de movilidad y barreras arquitectónicas. 

Crece también el porcentaje de población con vivienda insegura y según el INE las ejecuciones hipotecarias en Andalucía han superado desde el año 2018 los 20.000 hogares, de los que casi una cuarta parte corresponde a Sevilla.

 

Los colectivos más afectados por la exclusión social son los hogares sin ingresos, los sustentados por una persona en busca de empleo y los ocupados por personas extranjeras.

El impacto de la exclusión social comporta una incidencia desigual, condicionada por una amplia serie de variables sociodemográficas y socioeconómicas. Se detectan como especialmente influyentes las siguientes:

a) La pobreza derivada del nivel de ingresos:  los grupos sociales que registran tasas de exclusión social superiores al 40% pertenecen a hogares que carecen de ingresos de cualquier tipo.
 
b) El sexo y la estructura familiar:  los hogares sustentados por mujeres y las familias numerosas y monoparentales superan en exclusión en un 10% a las nucleares o con menor número de hijos. 
 
c) El tipo de hábitat, la nacionalidad y en menor medida la edad: la mayor parte de las personas excluidas viven en la periferia urbana marginada y los mayores incrementos de exclusión se han producido entre la población extranjera; el desempleo juvenil, que en Sevilla roza el 40%, es también un factor importante de exclusión.
 
Otros elementos ligados a la pandemia, como el aislamiento y la brecha digital, son conformadores de la exclusión, aunque en menor medida.

a) La pandemia y la crisis a ella asociada han erosionado las redes de apoyo familiar y social:  aunque se han reducido las situaciones de conflicto social, han aumentado los problemas de aislamiento, especialmente en hogares con exclusión social severa.

b) La brecha digital ha incidido también en la situación de exclusión severa, por la carencia de conexión, de dispositivos adecuados y de habilidades suficientes para el uso de herramienta digitales. La mitad de los hogares sevillanos en exclusión severa son completamente ajenos a la digitalización.
 
Ante esta situación la cobertura del Estado de bienestar ha evidenciado claramente su incapacidad para paliar al menos los efectos de la pandemia en los casos de exclusión más severa.
a) El remedio más cuantioso y publicitado es el propiciado por el Ingreso Mínimo Vital (IMV). Según la Secretaría de Estado de Seguridad Social y Pensiones, en septiembre de 2021, sólo se habían tramitado positivamente una cuarta parte de las solicitudes sevillanas. Además, la cuantía mensual media de la prestación por hogar es de 425 euros, lo que sitúa a sus perceptores en el umbral de pobreza.
 
b) La Renta Mínima de Inserción Social de Andalucía (RIMSA), de carácter autonómico, aunque ha crecido en los últimos tres años, aún queda por debajo del de la del IMV, tanto en cuantía como en cantidad económica percibida.
 
c) Cáritas Diocesana ha comprobado durante la pandemia el lamentable estado de los Servicios Sociales Comunitarios, de competencia municipal, fundamentalmente en la capital y grandes municipios próximos a ella. En el caso de los pueblos las dificultades son menores y la relación con las familias solicitantes más fluida.
 
Las principales incidencias detectadas están referidas a la falta de personal, a las largas listas con varios meses de espera, a la saturación del servicio y derivación a entidades civiles, a la excesiva morosidad (de 2 a 5 meses) en la tramitación, a los presupuestos tardíos, a la insuficiencia de recursos, a la discontinuidad de las prestaciones y a la limitación a respuestas de tipo asistencial, puntual y de emergencia.
 
 
En conclusión, durante los dos últimos años el covid-19 ha golpeado, una vez más, a los más pobres. Tras la disminución de sus efectos más nocivos en el aspecto sanitario, han ido adquiriendo mayor visibilidad los efectos socioeconómicos que fundamentalmente han evidenciado un crecimiento considerable de la exclusión social, especialmente la severa, que en general afecta a aquellos colectivos que ya la venían padeciendo desde la crisis de 2008.
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